PIEL I
Metal Skin Bronce
Prueba de autor
Año 2018
Medidas: 38x14x8cm.
Medidas peana: 50x20x20 cm.
Precio bronce: 1.600 €
Precio pulpa de celulosa: 350 €
Precio Prueba de autor. Resina/marmolina: 550 €
FICHA TÉCNICA
Autor: María Dolores García González
Título: Metal Skin I
Fecha: 2018
Técnica: Fundición a la cera perdida
Material: Bronce
Apoyo: Barilla de metal sobre peana de madera.
Medidas: 50x20x20 cm.
Edición: 1/8
SOBRE LA OBRA
La obra muestra, mediante una fina lámina de bronce, la parte frontal de un cuerpo femenino en tres cuartos donde se intuyen muslos y senos. Esta piel de metal se presenta dividida en tres fracciones cada una de ellas con diferentes texturas. La división correspondiente a la parte inferior de la pieza aparece decorada con un sutil estampado de margaritas que, a modo de patrón, permite establecer el juego visual de piel-vestido.
La pieza se mantiene anónima, alejándose de la anécdota de una temporalidad o nombre para poner en relieve la esencia de lo femenino. Arropada por la sencillez y nobleza de los materiales que le dan forma, se presenta sobre una barra de metal alojada dentro de un pedestal de madera desnuda. La claridad del color de su soporte aísla la obra aún más resaltando lo pesado de su naturaleza frente a la fragilidad de lo representado.
Esta forma femenina libre de pretensiones se ensalza con un cromatismo lleno de matices y calidades, resultado caprichoso del diálogo del ácido y del fuego sobre el metal. Última etapa de un proceso artesanal que abarca desde el modelado, hasta el vertido del bronce y que une inseparablemente al artista con su obra.
ARTIST’S STATEMENT
Hubo un tiempo triste y fugaz
en el que tus manos caían en caricias
tu cuello presumía de escote
y tus palabras llenaban libros de mujer.
En los últimos años, el recuerdo y el sentimiento de pérdida constituyen uno de los ejes centrales de mi obra. En un duelo de despedidas mis piezas buscan mostrar, gracias a un lenguaje poético de contrarios, una reflexión sobre la temporalidad de la vida.
La piel es nuestro primer vestido, nos da forma y define. Y esa identidad nos aísla al mismo tiempo que protege, nos permite sentir dando paso con ello al dolor. En su presencia mudable y efímera convive la constante de la contradicción; su color nos clasifica, su tersura nos emociona, sus heridas muestran qué perdimos.
Toda dermis no es más que la suma de las experiencias vividas, experiencias que nos marcan y que en el bronce envejecen de eternidad. En esa fragilidad endurecida por las cicatrices y el metal, hasta las flores de nuestro legado han sido marcadas a fuego, por ello con sus relieves e imperfecciones, con sus huellas y su desdicha cada pliegue expone el mapa de nuestra historia.
Esta obra no es más que un sentido homenaje a tantas mujeres que se dejaron la piel por el camino y de las que hoy solo queda su esencia.